Esta invisibilidad llega al extremo de que España no tiene una fecha específica fijada a nivel nacional para celebrar el “Día del Orientador/a”, al contrario que otros países.Se inicia el curso y cuando los/as alumnos/as llegan a casa enseguida son preguntados sobre quién es el Tutor/a, Director/a, Jefe/a de Estudios, compañeros/as, si ha habido cambios…
Pero casi nadie pregunta sobre la existencia de algunas figuras clave del ámbito educativo como la del/de la Orientador/a, y quizás una de las causas sea el desconocimiento que hay de sus funciones principales.
Entre otras, nos encontramos con asesorar a alumnado y familias, estudiar y planificar las necesidades educativas del alumnado de forma individual, mantener reuniones con las mismas, equipos directivos y profesorado para proporcionarles los recursos necesarios para que el alumnado mejore su rendimiento… Además de estas funciones, al igual que el resto del profesorado, realiza otras que como tales no están legisladas: confidente, psicólogo/a, mediador/a, enfermero/a…
Vemos que la interacción del Orientador/a con todos los participantes clave en el evento educativo (alumnado, familias, profesores, equipos directivos) hace que adquiera una visión de conjunto que bien desplegada pueda aportar valor a su función: el desarrollo integral de los/as estudiantes.
Y para ello a su vez, es necesario dotarles de los recursos necesarios que se adapten a la cada vez más rápida y constante transformación de la sociedad.
En Navarra, se está muy lejos de cumplir con la ratio recomendada de un orientador/a por cada 250 escolares y que, en el mejor de los casos es muy elevada. Esta realidad dificulta la prestación de un servicio de calidad y personalizado en nuestra escuela pública, ya que no es posible atender todas las demandas existentes en los centros educativos. Además de conllevar riesgos potenciales y en algunos casos reales, para la salud emocional del profesional.
Asimismo, la inestabilidad de las plazas de orientación hace que muchos/as orientadores/as cambien de centro cada curso escolar, lo que imposibilita el seguimiento del alumnado y que cada curso haya que empezar en muchos casos desde cero, lo que resta eficacia a la labor realizada y al fin y al cabo, calidad en el servicio que se ofrece.
La formación continua es absolutamente imprescindible para poder adaptarse a las nuevas realidades educativas y las nuevas demandas de la sociedad. Si vamos a una sociedad que algunos denominan 5.0 por el impacto que va a tener la IA, habrá que preparar a los/as profesionales que deberán acompañar a nuestros/as estudiantes a buen puerto, y esto entronca con la necesidad de la aceleración de la implantación de la carrera profesional como medio de motivación al colectivo educativo en este arduo reto, incluidos y visibilizados los/as orientadores/as.
Tenéis nuestro compromiso de llevar a todas las instancias donde participamos la defensa de vuestros derechos y vuestras reivindicaciones.
Desde AFAPNA queremos agradeceros vuestra labor diaria y vuestro compromiso con la educación de quienes gestionarán el futuro: nuestros/as estudiantes.
Yolanda Erro García, Presidenta del sindicato AFAPNA, junto con el equipo de Educación del Sindicato.